Cuando elegí este título para mi página web, hecho nada gratuito, mucha gente me decía: «Tus lectores no lo van a entender… ¿Qué relación tiene eso con los viajes?» Pues sí, tiene relación… y eso es lo que voy a tratar de explicar a continuación… esa relación…

Y para hacerlo tengo que traer a mi mente al poeta griego-alejandrino Konstantinos Kavafis quien, a su vez, evoca a Odiseo y su famoso Periplo de 10 años hasta llegar a su amada isla de Ítaca para encontrarse con su mujer Penélope y su hijo Telémaco, no sin antes pasar un sinnúmero de aventuras con el fin de conseguir su meta.

Kavafis nos viene a decir que lo que importa en la vida no es tanto la meta, el fin, sino el camino para lograrlo, y este camino es el viaje.

Lo importante es disfrutar del camino con todo el sentido metafórico o filosófico que se quiera dar a la expresión.

Por eso, llegar a Ítaca es lo que perseguimos, el propósito de nuestra vida, aunque en realidad el viaje es lo que importa, un viaje que podría ser incluso símbolo de toda nuestra vida; el camino lo gozamos y el camino nos enseña, no solo el mundo exterior, también el conocimiento de uno mismo, por eso a Ítaca solo se puede llegar cuando nuestra vida anochece, una vez que hayamos vivido todo tipo de aventuras y experiencias.

Escaleras Mikonos

Y, como Kavafis nos aconseja, hemos de evitar a los Cíclopes y al fiero Poseidón, porque los peligros solo surgirán si los llevas dentro de tu alma, por lo tanto evita tus propios demonios porque no te van a dejar gozar del camino a Ítaca, pero ten a esta siempre presente en tu mente porque llegar a ella es tu destino.

Yo estoy en ese camino que me va enriqueciendo y enseñando en cada viaje, y he tenido varias veces la Ítaca real ante mis ojos, pero nunca he puesto el pie en ella, no ahora, no ha llegado aún el momento… mi camino todavía ha de ser largo… pero sin ella, sin Ítaca, no habría emprendido el viaje.